Por eso es conveniente que los valores y objetivos de ambas partes sean coincidentes o, como mínimo, no divergentes. Lo que sí es importante es que haya una voluntad de ambas partes de remar en la misma dirección. Un patrocinio suele ser una relación a medio-largo plazo, y eso genera sinergias positivas para ambas partes. Aunque hay que atinar bien a la hora de elegir patrocinado, es una vía que puede resultar muy beneficiosa.