En vista de que el Real Madrid no tomó ninguna medida, Ari y su familia podían haber denunciado el caso a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Después de informar a Begoña Sanz, adjunta al director general y, en teoría, máxima responsable del Real Madrid femenino, de que Ana Rossell le había dicho que «jugaban las que tenían que jugar y no las que mejor estuvieran, y que, mientras ella mandara y siguiera, sería así», Ari y su familia dejaron claro que siempre se habían sentido «muy orgullosos de pertenecer a este club, pero, con todo el dolor que ello conlleva, nos gustaría que investiguen y realicen todos los trámites oportunos y tomen las medidas relacionadas con el protocolo de acoso laboral a la mayor brevedad posible», para su protección y la de todas sus compañeras, «especialmente las menores de edad, ya que no se trata de un caso aislado y se repite en el tiempo».